Historia de los Macarons
El macarrón, del francés macaron, y del italiano maccherone, es un dulce que se realiza en base a dos galletitas merengadas hechas de clara de huevo, almendra molida, y azúcar glas. El relleno de crema o ganache que las une, aporta el toque de cremosidad y humedad especial para crear un manjar irresistible al paladar.
Gustan muchísimo por su delicioso y delicado sabor, y por ser de los pocos dulces con un aspecto tan acabado, casi perfecto, visualmente muy atractivo, con el que se puede ser muy creativo dada su versatilidad en cuanto a combinaciones de colores y sabores, siendo una alternativa dulce verdaderamente única.
Para ser un macarrón perfecto, la superficie de la galleta debe ser ligeramente crocante, como una fina cáscara de huevo, para descubrir una delicada sensación cremosa y algo chiclosa cuando se llega al centro, con un corazón tierno y húmedo de sutil sabor dado por el relleno.
Sabor y color
Los hay en una increíble variedad de sabores y colores, con rellenos de frutas, mermeladas, ganache, o cremas de mantequilla de chocolate amargo, blanco, nutella, café, coco, limón, naranja, frambuesa, caramelo, vainilla, praliné, almendras, pistacho, menta, anís, licores como el cointreau, y tan exóticos como el de crema de rosas.
Hay también versiones saladas como las de chocolate con foie gras, aceto balsámico, o avellanas y trufas.
En cuanto a los colores la variedad es casi infinita, pasando de las tradicionales tonalidades pastel, a colores más terrosos, metalizados y puros, siempre acompañando de manera armónica el sabor.
Mejor maridaje
Los macarrones son cada vez más solicitados para vestir elegantemente mesas y deleitar a invitados en bodas, cumpleaños, bautizos, y cualquier evento distinguido y sofisticado.
Historia del macarrón
De origen italiano, surgen en el siglo XVI como dulces cúpulas merengadas de base plana, y a finales del siglo XIX comienzan a unirse de a dos, con un delicioso relleno.
El macarrón que conocemos hoy
La pastelería francesa Ladurée se atribuye la preparación de la versión que conocemos hoy del macarrón parisino, crocante por fuera, tierno por dentro, con su característico collar de borde, relleno, y sus atractivos colores y sabores.
Un dulce con ciencia
Un macarrón es de buena calidad cuando cada tapa tiene una cúpula lisa, uniforme, brillante y fina con la típica rebarba que se forma en sus bordes al hornearla. Su preparación debe ser muy meticulosa para lograr un macarrón perfecto, y hay ciertos secretos y cuidados en su preparación.
Luego se deben dejar secar en reposo por 30 minutos antes de hornearlas, esto es clave para que se forme la costra ligeramente crocante de la superficie. Este tiempo puede variar dependiendo del grado de humedad y de la temperatura ambiental.
Los macarrones se cocinan mejor en un horno de convección, a 175ºC, y el tiempo de horneado es entre 10 y 12 minutos sin abrir la puerta, hasta que haya pasado el tiempo de cocción.
Al retirar del horno, es muy importante no intentar separar los macarrones del papel hasta que no estén totalmente fríos, ya que el macarrón puede estar aún adherido y romperse, quedando la mitad pegada al papel. Una vez fríos será muy fácil despegarlos.
Por ello lo ideal es congelarlos de 3 a 15 días.
Pasado ese tiempo se pasan a la nevera por unas 4 a 6 horas, y finalmente se pasan a temperatura ambiente una hora antes de servirlos.